Jueves, 18 de febrero de 2021

Inicio de la Cuaresma junto a Cristo

Siguiendo las huellas de la Misericordia


El pasado día 17 de febrero era Miércoles de Ceniza, día en que, la Iglesia católica, empezaba el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Los socios y voluntarios de la asociación Apostolado de la Divina Misericordia de Valencia tuvieron ocasión de vivir, junto a toda la comunidad parroquial de San Francisco de Borja, la eucaristía solemne de ese día y, terminada la misma, como hacen todas las semanas, prepararon la furgoneta con todo lo necesario para empezar un nuevo encuentro de amor y de misericordia en la oscuridad de la noche.

En la eucaristía habían sentido la presencia y la cercanía de Dios, ahora era el momento de que también Dios, pudiera hacerse cercano, a través nuestro, a los pobres y necesitados que duermen, al raso, en las calles de Valencia. No había mejor manera de empezar la cuaresma que, actualizando el misterio mismo del amor de Dios haciéndolo vida en nuestra propia vida. Cuaresma y misericordia son una misma cosa. Éste es el ayuno que yo quiero, dice el profeta Isaías: "Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos"; (Isaías, 58, 6-7)

La experiencia que vivimos en cada apostolado es nueva y diferente. No sabes a dónde te llevará el Señor, qué pedirá de ti. Que te susurrará a tu oído en el camino de la cruz de tantas personas con las que te encontrarás. Lo más importante en cada salida es: “dejarte llevar, dejarte conducir por su Espíritu y tener actitud de escucha a las diversas mociones del Espíritu para que sea Él y no cada uno de nosotros quien pueda actuar por nuestro medio. La experiencia de tantas noches tocando las llagas de Cristo nos hacen ver que muchas personas vienen a España pensando que la pobreza aquí, en este país, es diferente que, en esta parte del mundo, no hay marginación, desempleo, soledad, peligros, etc… pero, ¿cuál es la sorpresa? nos dice Luís: “Cuando llegas aquí todo es distinto de lo que tú te habías imaginado, tus proyectos y tus ilusiones pronto se desvanecen. Tienes que comprobar, en primera persona, la dura realidad de lo que supone tener que dormir en la calle, y malvivir con la caridad de algunas personas”. En nuestro apostolado nos encontramos, todas las semanas, personas que luchan por sobrevivir el día a día, que viven en condiciones críticas, con escasos recursos y por supuesto que se encuentran sin trabajo o, si lo tienen, es condiciones precarias.

En este primer día de Cuaresma, cuando ya regresemos a nuestras casas, hemos vuelto a aprender la lección. Una vez más los pobres han sido nuestros maestros de vida. Los pobres, nos han enseñado, que la riqueza y las cosas materiales, no nos proporcionan una auténtica felicidad. En esta noche, como en otras tantas, nos hemos dado cuenta de que muchas veces estas personas son felices con lo poco que tienen. Para terminar, al final de esta “inolvidable” experiencia podemos decir que los pobres nos han ayudado a crecer como personas, nos han ayudado a darnos cuenta de lo afortunados que somos y de algo que, aún es más importante: hemos aprendido, gracias a ellos, a saber agradecer a Dios todo lo que su amor y su misericordia nos regala.

Compartimos con vosotros algunas fotos de la pasada pastoral. ¡Esperamos que os gusten!